Paolo Uccello nació en Pratovecchio de Arezzo en 1397 y murió en Florencia en el año 1475.
Se formó entre 1407 y 1412 en el taller florentino de Lorenzo Ghiberti e intervino en la realización de las puertas del Baptisterio como ayudante de éste. En 1415 Uccello ingresó como maestro en el gremio de los médicos y farmacéuticos, al que también pertenecían pintores.
Colaboró en los mosaicos de San Marcos, en Venecia, de 1425 a 1431. Posteriormente se estableció en Florencia, donde pintó dos grandes frescos con escenas del Génesis en el claustro Verde de Santa Maria Novella.
Uccello fue el pintor más destacado de su generación por lo que respecta al dominio de la perspectiva. Se le considera uno de los precursores más relevantes del renacimiento temprano florentino.
Reloj.
Este reloj está en la Catedral de Santa Maria del Fiore. Una única manecilla en forma de estrella, como era habitual en aquella época, marcaba las 24 horas del día en una sola vuelta. La aguja del reloj giraba en sentido inverso al actual, ya que las 24 horas está situado abajo y no arriba.
Uccello pintó al fresco las cabezas de cuatro santos dificílmente identificables.
Retrato encueste del condotiero John Hawkwood.
Recibió un encargo de John Hawkwood, un mercenario inglés que había estado al servicio de Florencia durante muchos años y se había granjeado la admiración de los florentinos.
Iba a ser un monumento. Al final se optó por la técnica del fresco, que resultaba más económica.
Batalla de San Romano.
Cosme de Médicis encargó la obra hacia el año 1456 a Paolo Uccello.
El tema se eligió para rememorar la victoria en San Romano, en 1432, de las tropas florentinas, bajo el mando de Niccolò da Tolentino, frente a los ejércitos aliados de Milán y Siena.
Paolo Uccello sometió hasta el más mínimo detalle del cuadre a su imaginación grotesca.
Las lanzas quebradas de los combatientes se reparten por el suelo del campo de batalla formando un entremado de líneas al servicio de la perspectiva. Los propios soldados, pintados con colores irreales, parecen muñecos, mientras que sus caballos recuerdan modelos de madera. Probablemente el pintor los utilizó para estudiar movimientos y posturas, y los incorporó luego a su obra.
El diluvio universal.
En este fesco Paolo Uccello sobrepasó con creces los límites de la lógica espacial y temporal, de manera que la obra resulta casi surrealista, incluso por el uso del color.
El artista optó por una composición agitada para que estuviera en consonancia con el dramatismo del episodio biblíco.
Cosme de Médicis quien encargó y financió este fresco, a lo mejor pretendió mostrarse a sí mismo como salvador y mediador de la ciudad en el contexto del relato de Noé. La llamativa figura erguida en la mitad derecha del fresco muestra semejanzas inequívocas con los retratos que se conservan del patriarca de los Médicis.
Se formó entre 1407 y 1412 en el taller florentino de Lorenzo Ghiberti e intervino en la realización de las puertas del Baptisterio como ayudante de éste. En 1415 Uccello ingresó como maestro en el gremio de los médicos y farmacéuticos, al que también pertenecían pintores.
Colaboró en los mosaicos de San Marcos, en Venecia, de 1425 a 1431. Posteriormente se estableció en Florencia, donde pintó dos grandes frescos con escenas del Génesis en el claustro Verde de Santa Maria Novella.
Uccello fue el pintor más destacado de su generación por lo que respecta al dominio de la perspectiva. Se le considera uno de los precursores más relevantes del renacimiento temprano florentino.
Reloj.
Este reloj está en la Catedral de Santa Maria del Fiore. Una única manecilla en forma de estrella, como era habitual en aquella época, marcaba las 24 horas del día en una sola vuelta. La aguja del reloj giraba en sentido inverso al actual, ya que las 24 horas está situado abajo y no arriba.
Uccello pintó al fresco las cabezas de cuatro santos dificílmente identificables.
Retrato encueste del condotiero John Hawkwood.
Recibió un encargo de John Hawkwood, un mercenario inglés que había estado al servicio de Florencia durante muchos años y se había granjeado la admiración de los florentinos.
Iba a ser un monumento. Al final se optó por la técnica del fresco, que resultaba más económica.
Batalla de San Romano.
Cosme de Médicis encargó la obra hacia el año 1456 a Paolo Uccello.
El tema se eligió para rememorar la victoria en San Romano, en 1432, de las tropas florentinas, bajo el mando de Niccolò da Tolentino, frente a los ejércitos aliados de Milán y Siena.
Paolo Uccello sometió hasta el más mínimo detalle del cuadre a su imaginación grotesca.
Las lanzas quebradas de los combatientes se reparten por el suelo del campo de batalla formando un entremado de líneas al servicio de la perspectiva. Los propios soldados, pintados con colores irreales, parecen muñecos, mientras que sus caballos recuerdan modelos de madera. Probablemente el pintor los utilizó para estudiar movimientos y posturas, y los incorporó luego a su obra.
El diluvio universal.
En este fesco Paolo Uccello sobrepasó con creces los límites de la lógica espacial y temporal, de manera que la obra resulta casi surrealista, incluso por el uso del color.
El artista optó por una composición agitada para que estuviera en consonancia con el dramatismo del episodio biblíco.
Cosme de Médicis quien encargó y financió este fresco, a lo mejor pretendió mostrarse a sí mismo como salvador y mediador de la ciudad en el contexto del relato de Noé. La llamativa figura erguida en la mitad derecha del fresco muestra semejanzas inequívocas con los retratos que se conservan del patriarca de los Médicis.
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