La característica más evidente del arte gótico es el naturalismo cada vez mayor, frente a las simplificadas e idealizadas representaciones del románico. La pintura gótica se aproxima a la imitación de la naturaleza que será el ideal del renacimiento, incluyendo la representación de paisajes, pero sigue siendo poco usual. También es el momento en el que comienza la pintura profana, donde los temas de la ya no son siempre religiosos.
En el gótico, en correspondencia con las nuevas tendencias filosóficas y religiosas se tendió a aproximar la representación de los personajes religiosos en un plano más humano que divino, dejándoles demostrar emociones y sentimientos (placer, dolor, ternura, enojo), rompiendo el hieratismo y formalismo románico.
El artista gótico busca su inspiración en la vida. Hay mucho sentimiento en las obras góticas. Paralelamente, la cultura burguesa demanda una nueva elegancia dentro del arte. Hay más detalles narrativos, más frescura, color, luminosidad,... que se logran con técnicas más refinadas.
En el principio del periodo gótico, el arte se producía principalmente con fines religiosos. Muchas pinturas eran recursos didácticos que hacían e cristianismo visible para una población analfabeta; otras eran expuestas como iconos, para intensificar la contemplación y las oraciones. Los primeros maestros del gótico conservaban la memoria de la tradición bizantina, pero también crearon figuras persuasivas, con perspectiva.
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