Los romanos tratarán de hacer del entorno urbano un lugar digno para vivir, para lo que son necesarios el alcantarillado, la traída de aguas (acueductos), las fuentes, los puentes, las termas, los baños, el pavimento, el servicio de incendios y de policía, los mercados y todo aquello que es necesario para que viva la gente lejos del campo y con todos los refinamientos posibles para mejorar la salud pública.
Había edificios públicos para el gobierno, el culto y la diversión: los palacios, templos, foros, basílicas, teatros, anfiteatros, circos, mercados, baños, etc. Además, había motivos de adorno y conmemoración como las columnas y los arcos de triunfo. Al principio estas ciudades carecían de muralla, ya que el poderío del Imperio servía para disuadir los intentos de atacar los núcleos urbanos. Con el comienzo de las invasiones germánicas, en el siglo III, las ciudades se amurallaron, se colmataron y la calidad de la vida urbana descendió.
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